Dolor de cabeza: ¿síntoma o diagnóstico?
¿Quien no ha tenido dolor de cabeza alguna vez? La posibilidad de tener cefalea aumenta con la edad, en la adolescencia hasta el 96% de las personas habrá sufrido algún episodio. Lo más importante es saber
lo que esconde el dolor de cabeza.
El pediatra diagnostica y trata las cefaleas puntuales –agudas– asociadas a una enfermedad infecciosa leve y más raramente por una causa orgánica grave –como un sangrado, un tumor, una infección cerebral–.
En el caso de que se repita –cefalea crónica–, a veces deriva al paciente a neuropediatría
1 de cada 5 consultas a la neuropediatra lo serán por dolor de cabeza.
Lo más probable es que las cefaleas de repetición sean de tipo cefalea tensional o migraña, aunque a veces se asocia a una enfermedad crónica –asma, diabetes o celiaquía–.
El caso es que en neuropediatría la mayoría de diagnósticos de dolor de cabeza son tensionales y migrañas, que además suelen coexistir en un mismo niño. Si lo hacemos bien, los dolores desaparecerán en el 70% de los casos…
Cuando a un niño le duele la cabeza saltan todas las alarmas.
La percepción del problema y la preocupación que causa el dolor de cabeza varía según quien se enfrente a ello: madres, niños-pacientes o pediatras… ¿y a mí como neuropediatra?
La preocupación por el dolor de cabeza
Para los progenitores lo principal es saber por qué se producen los episodios de cefalea (desencadenante). Lo que preocupa más a los niños es si seguirán teniendo dolor de cabeza de mayores (pronóstico). Y el pediatra quiere descartar problemas graves (pruebas complementarias).
A mí, como neuropediatra, me preocupa principalmente tranquilizar y conseguir mejorar el dolor de cabeza, para lo que es imprescindible un diagnóstico correcto y un tratamiento bien hecho.
Los desencadenantes de la cefalea
Además de descartar una enfermedad grave que pueda ser el origen de la cefalea de sus hijos, la mayoría de madres quieren saber si existen circunstancias que desencadenen el dolor de cabeza y así evitarlas. Sobre todo preguntan por la dieta, por el descanso y por la meteorología. Los progenitores buscan principalmente proteger a sus hijos del dolor evitando circunstancias que lo provocan.
Hay dos «desencadenantes» que me gustaría destacar, porque suelen pasar desapercibidos y no detectarlos tiene consecuencias graves.
La cefalea crónica tensional, sobre todo en niñas, a veces es la consecuencia de otra patología: el Trastorno por Déficit de Atención-Hiperactividad (TDA-H) con predominio de síntomas de inatención. Son niñas que «no molestan» en clase porque están calladas, son poco participativas y no se mueven. Pero si el maestro es perspicaz, se dará cuenta que están totalmente distraídas y que les cuesta centrar la atención. Frecuentemente se dan cuenta de sus dificultades, y en el esfuerzo por atender, por recordar los deberes, por organizar su caos… aparece el dolor de cabeza.
El otro problema es el maltrato infantil, físico, sexual, emocional o por negligencia, que a menudo acecha escondido y puede ser muy difícil de detectar. En estos casos la cefalea, sobre todo de tipo migraña, se asocia a ansiedad, depresión y otras problemas de dolor crónico.
No olvidemos a los niños que sufren acoso escolar –¿una forma de maltrato entre iguales?–, también suelen tener muchos dolores de cabeza.
El pronóstico de la cefalea
A los niños les preocupa mucho el dolor de cabeza, no solo porque quieren asegurarse de que no tienen nada grave, sino porque el dolor intenso dificulta sus estudios y la relación con los demás. El dolor de cabeza puede ser terriblemente invalidante porque limita la actividad diaria y empeora la calidad de vida.
Aquí lo mas importante es informar y formar adecuadamente. Si explicamos bien al niño lo que le pasa, le facilitamos una pauta analgésica efectiva y –en los casos indicados–, un tratamiento profiláctico, la mejoría es espectacular. Hasta el 70% mejoran e incluso desaparecen los episodios de cefalea.
La resonancia magnética en la cefalea
La prioridad del pediatra es identificar las “cefaleas peligrosas”, esto sólo se consigue con una detallada y cuidada recogida de los síntomas y su secuencia en el tiempo, completada con la exploración del paciente. Como siempre, la clínica es clave para el diagnóstico.
Las características del dolor y la secuencia temporal de los episodios de cefalea nos darán la clave para detectar aquellos casos que requieren de pruebas complementarias –la más eficaz la resonancia magnética–. La cefalea crónica progresiva, aquella que es continúa en el tiempo y cuyo dolor aumenta en intensidad, es la que debemos detectar por ser la más peligrosa. También, afortunadamente es la menos frecuente.
Tipos de cefalea según su intensidad y duración en el tiempo
La resonancia magnética NO es necesaria en la mayoría de los casos de dolor de cabeza en la infancia.
Para detectar aquellas cefaleas que sí requieren una resonancia, es de gran utilidad el uso de una calendario de cefalea donde se recogen todas las características de la cefalea que van a permitir clasificarla y hacer un diagnóstico correcto. Esta agenda, en la mayoría de los casos, es mucho más útil que cualquier prueba complementaria.
En resumen: la neuropediatra ante la cefalea
Los principales objetivos de la atención al niño con cefalea son dos:
1. descartar cefaleas peligrosas – la clínica es principal:
- una buena recogida de datos dará el diagnóstico en casi todos los casos
- alerta a desencadenantes graves: TDA-H y maltrato infantil
- evitar pruebas innecesarias, aumentan el estrés del paciente y de su familia
2. conseguir que mejoren o desaparezcan los dolores – informar y formar
- un diagnóstico claro y su significado cura más que las pastillas
- dar una pauta individualizada de medicación –para los episodios de dolor y de prevención (si procede)– e insistir en la importancia de su cumplimiento.
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Gráfico: “consulta de cefalea” © mj mas. Si lo usas cítalo y enlaza a esta entrada.
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