El retraso madurativo

Cuando se dice que un niño tiene un retraso madurativo lo que se está diciendo es que, comparado con la mayoría de niños de su edad, su neurodesarrollo es más lento.

No es por tanto un diagnóstico, es una observación que hace el pediatra o el neuropediatra sobre el momento del neurodesarrollo en el que se encuentra ese niño. Ni siquiera significa que ese retraso vaya a perdurar siempre.

Al detectar esta situación, o cualquier otro problema en el neurodesarrollo, nunca debe demorarse la derivación a un neuropediatra y a la vez a un centro de atención temprana.

La detección de problemas del neurodesarrollo

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Sobre el TDAH

Hablemos de «hiperactividad»

Sí, porque a día de hoy, el día nacional del trastorno por déficit de atención hiperactividad (TDAH) en España, aún se desconoce mucho de lo que supone tenerlo.

Me parece que podría ser revelador para todo el mundo conocer algunos de los obstáculos y dificultades con que se encuentran las personas con TDAH y sus familias ya que deberían incumbir a toda la sociedad.

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Sexo, género, orientación sexual y neurodesarrollo… ¿De qué estamos hablando?

 

Se llamaba Olga (nombre ficticio para una historia que podría ser real), espero que ya no.

Un junio cualquiera, de hace ya unos años, me llegó a la consulta una «niña de 13 años con episodios de dolor de cabeza que, en los últimos 6 meses, han aumentado en intensidad y frecuencia. Ruego valoración por neuropediatría». El pediatra me resumía así sus preocupaciones sobre la niña y tras leerlas sentí cierto alivio. El calor y el cansancio de mi saliente de guardia agradecían aquel respiro, una consulta sencilla tras una mañana de muchas otras complicadas. Como siempre, me hice una primera idea en mi cabeza: ¡qué frecuentes son las cefaleas en las niñas de 1.º de ESO! Un curso difícil de muchos cambios, será una cefalea tensional o quizá tenga antecedentes de migraña.

La llamé por el megáfono y entró con su madre.

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Te voy a decir «cuatro cosas» (sobre el COVID19)

Pandemia COVID19

Llevamos ya tres meses desde que la OMS declarara pandemia la enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2 –COVI19–.

Se nos pidió que nos quedásemos en casa para «aplanar la curva» y pocas sociedades han respondido con tanta eficacia y civismo a ese requerimiento como lo ha hecho la española 📷 .

Sin embargo, aun tomando sólo como referencia las cifras oficiales, somos el tercer país del mundo con la mayor tasa de mortalidad por cada cien mil habitantes. Y si a esto se añaden los cambios hechos por las autoridades sanitarias españolas tanto en la consideración de lo que es un caso confirmado como en las cifras de mortalidad, es más que comprensible que surjan reticencias y desconfianzas.

En los últimos días me he encontrado en la consulta a bastantes pacientes que no son conscientes de que la pandemia no ha terminado, o peor, que piensan que llevar mascarilla en la calle, mantener dos metros de distancia con otros transeúntes o restringir la movilidad es una exageración que busca mermar la libertad individual.

La libertad es un bien supremo, pero para que su ejercicio redunde en nuestro beneficio necesitamos estar bien informados, pues sólo desde el conocimiento podemos ser realmente libres.

¡Permíteme que te diga «cuatro cosas»! Las que, en este momento, sabemos que son así y te van a ayudar a tomar mejores decisiones (en especial a los adolescentes).

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Autismo y epilepsia

Gracias a la epilepsia se estudió mejor el autismo

Es innegable que existe una asociación entre el autismo, mejor el Trastorno en el espectro autista (TEA), y la epilepsia. Los niños con TEA tienen una probabilidad algo más alta de tener epilepsia que nos que no lo tienen, y entre los niños con epilepsia es más probable encontrar autismo que entre la población general.

Por tanto, es frecuente que el autismo y la epilepsia coincidan en una misma persona.

Hoy en día tenemos más que claro que el autismo es la expresión visible de una construcción anómala de la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso. Es pues un trastorno del neurodesarrollo de origen biológico. Pero no siempre fue así.

Todavía sigue vigente la descripción inicial del autismo, hecha por Kanner en 1943. Entonces predominaban las hipótesis de Freud, que atribuían a los «traumas psíquicos» de los primeros años de vida el desarrollo de cualquier trastorno mental. En el caso concreto del autismo esos supuestos traumas serían debidos a una crianza parental inadecuada, lo que señalaba a los padres como causantes del trastorno. Podemos imaginar el sufrimiento que esta afirmación causó en estas familias.

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