Entrada invitada: Música para el feto… ¡Qué necesidad!
Entrada invitada
Sección de neuronas en crecimiento que cede la palabra a expertos en otras áreas que enriquecen la perspectiva neuropediátrica de este blog.
En esta ocasión tengo el placer de contar con el Dr. José Ramón Fernández.
José Ramón Fernández es pediatra en la Unidad de Neonatología del Hospital General Universitario Santa Lucía de Cartagena. Además es Instructor del Grupo Español de Asistencia Inicial al Trauma Pediátrico, e imparte este curso todos los años.
He invitado a José Ramón para que nos hable de un artilugio que se está poniendo peligrosamente de moda. Se trata de un altavoz musical que se introduce en la vagina de la mujer embarazada. Se pretende así mejorar el bienestar del feto y por tanto su desarrollo.
La primera vez que oí hablar de este aparato, allá por 2016, me saltaron todas las alarmas y enseguida pensé que su uso entrañaba riesgos para el feto.
Como no soy neontatólogo y el BabypPod (así llaman al altavoz musical intravaginal) había sido desarrollado por ginecólogos, pensé en consultar con compañeros que supieran más del tema. Así que hablé con Jose Ramón.
José Ramón es muy activo en Twitter –@jramonfernandez–, cada vez que se da la ocasión de hablar sobre este Babypod aprovecha para informar a las mujeres gestantes de sus riesgos.
Durante un tiempo se dejó de hablar del artilugio, parecía una moda pasajera, pero de nuevo vuelve a aparecer en los medios de comunicación, donde además solo se le da voz a sus inventores. Así que hemos pensado que las mujeres embarazadas merecen mejor y más rigurosa información. Gracias José Ramón por este análisis sobre la
Exposición fetal al ruido.
Seguramente habréis visto alguna vez en televisión o leído en alguna revista sobre la estimulación musical prenatal y sus pretendidos efectos beneficiosos sobre el feto en desarrollo.
Viene de lejos, allá por los años 90, que fue cuando se acuñó el término «efecto Mozart» tras la publicación de un artículo en la prestigiosa revista Nature que parecía encontrar ciertos efectos positivos sobre las habilidades de relación espacial en chicos expuestos a una melodía concreta de Mozart –Sonata para dos pianos en re mayor– (si te apetece, puedes escucharla mientras lees), en comparación con los que no estaban escuchando nada o escuchaban otros sonidos.
A raíz de esta publicación y sin fundamento científico alguno (este estudio se realizó con 36 adolescentes y el efecto observado no era permanente) se proclamó que poner música al feto durante la gestación, usando por ejemplo unos auriculares sobre el abdomen de la embarazada, conseguiría que el recién nacido fuese más inteligente.
Incluso hubo alguna que otra estrella mediática que contó su experiencia sobre cómo su hijo era increíblemente inteligente gracias a que le puso música mientras estaba embarazada (siempre hay algún famoso o famosa dispuesto a difundir tonterías).
Desde la publicación de este estudio en 1993, han surgido muchos más que han cuestionado la existencia de dicho efecto, por cierto en la misma revista Nature y en su propio canal de noticias.
Actualmente estamos viviendo lo que podríamos llamar en términos cinematográficos, un remake del Efecto Mozart patrio, gracias a la difusión (otra vez con famosos de por medio) de un artilugio musical de origen español –Babypod– que se introduce por la vagina para asegurarse de que la música llega perfectamente al feto con el pretendido objetivo de estimularlo prenatalmente e hipotéticamente obtener, entre otros, beneficios sobre el desarrollo del lenguaje. Este es el trabajo que han publicado los creadores del dispositivo.
Esta es una teoría bonita, como muchas otras que ha habido en medicina a lo largo de la historia, pero en la actualidad no hay pruebas de que sea cierta. Vamos a entrar en materia.
¿El feto necesita escuchar música?
La primera cuestión es si un feto necesita escuchar música dentro del útero. La respuesta rápida es que en base a los conocimientos actuales que tenemos sobre desarrollo fetal, es muy probable que no.

El feto está expuesto de forma natural durante la gestación a sonidos procedentes del propio cuerpo de la madre (respiración, digestión, latido cardíaco, movimientos corporales), pero también a sonidos de origen externo o ambiental, aunque estos lo tienen más difícil para llegar a él, debido a que tienen que atravesar unas cuantas capas de tejido que le aíslan del exterior (la pared abdominal, la pared uterina y el líquido amniótico).
Una vez el sonido llega al feto, atenuado por todas esas capas de tejido, el sistema de conducción óseo se encargará de transmitir el sonido a través de los huesos cartilaginosos del cráneo hasta el oído interno y finalmente el impulso nervioso alcanzará la corteza auditiva cerebral.
Sabemos por trabajos publicados sobre exposición laboral de embarazadas a ambientes ruidosos, que determinados niveles de ruido pueden incrementar el riesgo de sordera en sus hijos. En un trabajo de 1986, ya se apreciaba que el riesgo de sordera se triplicaba en los hijos de madres expuestas durante el embarazo una media de 8 horas diarias a niveles de 65-95 dB.
En otro trabajo con una muestra de un millón y medio de gestantes, se encontró que el riesgo de sordera en hijos de madres expuestas en su trabajo a niveles de ruido > 85 dB se duplicaba respecto a las que no estaban expuestas a esos niveles de ruido.
No obstante, gracias a la barrera de protección natural que le aísla del ambiente exterior, la probabilidad de que un feto humano desarrolle una pérdida auditiva como consecuencia de la exposición materna a ruidos externos es muy baja, afortunadamente, ya que se sabe que una pequeña disminución de la capacidad auditiva al nacimiento (apenas 15-40 dB) tiene una repercusión mucho mayor que si esa pérdida de audición se produjese ya siendo adulto, pues afecta directamente al rendimiento académico e incrementa el riesgo de disfunciones sociales y emocionales en edad escolar.
Parece entonces que determinados niveles de ruido pueden ser incluso dañinos para el feto, pero no está claro si hay más riesgo en un momento concreto del desarrollo.
Se ha visto en estudios animales que existe mayor riesgo de daño auditivo en etapas finales de la gestación, el equivalente en los humanos al tercer trimestre. Sin embargo, si tenemos en cuenta que el sistema auditivo fetal está desarrollándose hasta la semana 20, no sería descabellado pensar que ese riesgo pueda existir desde etapas muy precoces del embarazo y por tanto, parecería prudente evitar la exposición al ruido excesivo durante toda la gestación.
Silencio, por favor: audición en desarrollo
En las unidades de Neonatología ponemos mucho empeño en evitar la exposición de los recién nacidos prematuros al ruido excesivo.
Usamos unos dispositivos luminosos con forma de oreja que se iluminan con colores diferentes en función del nivel de ruido de la unidad y que sirven para avisarnos de que nos estamos pasando.
Siempre intentamos hablar bajito y llevamos sumo cuidado cuando les manipulamos, pues incluso el simple acto de abrir y cerrar las puertas de la incubadora, puede resultar un estímulo estresante para un recién nacido cuyo cerebro aún está en desarrollo.
Se sabe por estudios realizados en animales que el desarrollo de la corteza cerebral auditiva es muy dependiente de los estímulos que recibe. Podéis imaginar la importancia que esto tiene.
Tal es así, que la exposición continua a ruidos fuertes altera el desarrollo de funciones relacionadas con la audición, el aprendizaje vocal y la localización espacial. Se considera el ruido excesivo un factor de riesgo para sufrir alteraciones del desarrollo neurosensorial, de ahí que los neonatólogos nos hayamos interesado en este tema y hayamos evaluado desde hace más de 20 años, los efectos del ruido sobre los prematuros ingresados en las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN).
Estos bebés pasan sus primeras semanas o meses de vida extrauterina, privados de los estímulos que normalmente recibirían si estuviesen en el vientre materno. La ausencia de estos estímulos fisiológicos en una etapa en la que el cerebro aún está en pleno desarrollo, puede tener efectos indeseados en la maduración del sistema auditivo y en la posterior adquisición de la vocalización y el lenguaje. Además de los efectos adversos sobre la audición, también se han observado alteraciones conductuales y del sistema nervioso autónomo en prematuros expuestos a niveles excesivos de ruido en UCIN (estados de hiperalerta, aumento del llanto o disminución de las etapas de sueño profundo). También se ha visto que están más inestables a nivel respiratorio y cardíaco, tienen más episodios de hipoxemia (oxigenación baja en sangre), aumenta su consumo calórico y presentan alteraciones motoras.
Es bastante probable que estas alteraciones del desarrollo cerebral estén relacionadas con el mayor riesgo de desarrollar trastornos de audición y déficit de atención que se observa en niños prematuros.
Así que sí, el ruido nos preocupa y mucho, pues afecta directamente al desarrollo de un cerebro en formación.
Otras alteraciones causadas por el exceso de ruido
Además de estos efectos sobre el neurodesarrollo y la audición, la exposición fetal al ruido se ha asociado también con otros problemas para el recién nacido, como disminución de longitud y el peso al nacimiento y mayor incidencia de defectos congénitos (labio leporino, paladar hendido, anencefalia y espina bífida).
Recomendaciones
La importancia es tal que hasta la American Academy of Pediatrics (AAP), la sociedad científica de pediatría más importante de EEUU, se posicionó por medio de un documento en 1997, en el que recomendó minimizar la exposición al ruido de los recién nacidos prematuros en UCIN, estableciendo un nivel de ruido máximo admisible inferior a 45 dB y concluyendo respecto de la exposición al ruido durante la gestación, que puede causar pérdida de audición en recién nacidos, mayor riesgo de prematuridad y retraso de crecimiento intrauterino.
Posteriormente, en el año 2000, se publicó una monografía en Journal of Perinatology, una de las publicaciones de referencia en el campo de la neonatología y la medicina perinatal, dedicada a los efectos del ruido en el feto y el recién nacido. En esta monografía se establecieron unas recomendaciones para la práctica clínica que aún siguen vigentes:
- el feto solo se exponga a la voz de su madre de forma natural, sin emplear dispositivos para incrementar la exposición
- las embarazadas deben evitar la exposición al ruido ambiental de baja frecuencia e intensidad > 65 dB
- no se recomienda el uso de programas para suplementar o incrementar la experiencia auditiva fetal, hasta que se demuestre algún beneficio y se excluya la posibilidad de efectos adversos
- desaconseja el uso de auriculares u otros dispositivos generadores de sonido sobre el abdomen para estimular auditivamente al feto, dada la ausencia de evidencia clara de beneficio y el riesgo potencial de efectos adversos.
Conclusiones
Teniendo en cuenta la literatura científica en el momento actual, en mi opinión, la introducción en el mercado de este dispositivo intravaginal para estimulación musical y su publicidad en grandes medios de comunicación es preocupante, dado que expone al feto a intensidades de sonido superiores a las recomendadas por la AAP (>45 dB) evitando todas las barreras naturales que protegen al feto de estímulos sonoros externos, con el supuesto propósito de estimular el neurodesarrollo y la vocalización de forma precoz, obviando las recomendaciones en contra de la estimulación auditiva prenatal y los riesgos de la exposicion fetal al ruido excesivo que claramente este dispositivo supera.
Otro aspecto preocupante es que los creadores de este dispositivo no planifican un seguimiento de los fetos expuestos para detectar esos supuestos efectos positivos y por tanto tampoco se evalúan los posibles efectos adversos a medio-largo plazo sobre los bebés.
Quién sabe si dentro de unos años, si se populariza el uso de dispositivos como este, no nos llevamos una sorpresa y aumentan los casos de sordera, alteraciones de conducta, hiperactividad…
El cerebro en desarrollo solo debe exponerse a estímulos adecuados, por algo está protegido por varias capas que le aíslan del ruido exterior, y por ahora solo se han demostrado como tales los que ya recibe de forma natural sin necesidad de gastar un euro, la voz de su madre o el latido de su corazón.
En resumen, no os dejéis llevar por la publicidad y bonitas teorías no demostradas. No conviertas tu vagina en una sala de conciertos, o de tortura, según se mire.
______________________________[sobre esta información]
Relacionado:
Gráficos:
- Fotografía de José Ramón Fernández; «feto en el útero» en Henry Gray () Anatomy of the Human Body; «exposición fetal al ruido» por ©mj mas.
Bibliografía:
- Frances H. Rauscher, Gordon L. Shaw, Katherine N. Ky – “Music and spatial task performance” – Nature volume 365, page 611 (14 October 1993).
- Kenneth M. Steele, Simone Dalla Bella, Isabelle Peretz et al. –”Prelude or requiem for the ‘Mozart effect’?“– Nature volume 400, page 827 (26 August 1999).
- Alison Abbott –”Mozart doesn’t make you clever”– Published online 13 April 2007 | Nature.
- Lalande NM, Hétu R, Lambert J –“Is occupational noise exposure during pregnancy a risk factor of damage to the auditory system of the fetus?”– Am J Ind Med 1986;10(4):427-35.
- Jenny Selander, Maria Albin, Ulf Rosenhall et al. –“Maternal Occupational Exposure to Noise during Pregnancy and Hearing Dysfunction in Children: A Nationwide Prospective Cohort Study in Sweden”– Environ Health Perspect. 2016 Jun; 124(6): 855–860.
- Gerhardt KJ, Abrams RM –“Fetal exposures to sound and vibroacoustic stimulation”– J Perinatol 2000 Dec;20(8 Pt 2):S21-30.
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- Committee on Environmental Health –“Noise: A Hazard for the Fetus and Newborn”– Pediatrics.
October 1997, VOLUME 100 / ISSUE 4. - Graven SN –”Sound and the developing infant in the NICU: conclusions and recommendations for care”– J Perinatol. 2000 Dec;20(8 Pt 2):S88-93.
2 Comentarios
Si comentas, todos aprendemos. ¡Gracias!
Y creo que sin usar artilugios raros, se puede conseguir algún beneficio SI LA MADRE escucha música y se relaja…porque ahí las hormonas pudieran generar algunos beneficios en el bebé…
Eso suena muy sensato y nada peligroso. Música sin intermediarios, mucho mejor.