Neurociencia: preguntas sin respuesta
El cerebro es el órgano principal del sistema nervioso, el que coordina y dirige a todos los órganos del cuerpo.
Nos permite percibir y movernos, razonar y comunicarnos, emocionarnos y actuar.
Dentro del cráneo, un lugar oscuro y silencioso, la actividad del cerebro nos inunda de imágenes, sonidos, texturas, gustos y sabores que nos representan el mundo que habitamos. Es un misterio.
¿Cómo transforma las simples sensaciones de los sentidos en un universo personal?
Almacena nuestras vivencias y aprendizajes y así cambia su arquitectura. Recupera ese conocimiento para actuar con eficacia cada vez que lo necesita. Erramos y acertamos, recordamos y olvidamos, somos esclavos de nuestra experiencia.
¿Cómo consigue ser tan plástico y versátil?
Y a pesar de todo lo que cambiamos a lo largo de la vida, es capaz de mantener su identidad, el yo, reconocerse a sí mismo y sus actos en su experiencia vital.
¿Cómo surge la conciencia? ¿Qué es la esencia, lo que hace estable a una persona?
Y si me lees es porque tienes, como yo, la capacidad de comunicarte, de reflexionar sobre ti mismo y el mundo.
¿No te maravilla el lenguaje? ¿Cómo surge de forma natural en todos nosotros?
Todo esto que preocupa a la neurociencia es también objeto de la filosofía.
Es fascinante estudiarse a sí mismo y para conocernos mejor no debemos renunciar a ninguna de las ramas del saber humano.
Por esto, y mucho más, me fascina nuestro «imperfecto cerebro», como decía Rita Levi-Montalcini, siempre en construcción, nunca acabado…
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