La percepción del tiempo, feliz 2019
Pasa otro año más y en estos días finales es difícil sustraerse a reflexionar sobre lo vivido, sopesar lo que nos ha pasado y hacer planes de futuro. Al mirar atrás nos parece que el tiempo ha pasado muy rápido o tal vez muy lento o quizá dependa de qué nos haya sucedido a lo largo de este año. La forma en la que percibimos el tiempo es subjetiva, porque el tiempo es una medida humana que nos obsesiona.
Y de eso trata mi última entrada del año, del tiempo y de cómo lo percibimos.
El tiempo es una medida humana
Porque ¿existe el tiempo sin alguien que lo observe? Ya nos desveló Einstein que el tiempo es relativo, y todos sabemos que la forma de medirlo no es constante, ni entre culturas ni a lo largo de la historia.

Aquí y ahora medimos el tiempo usando las posiciones relativas entre el Sol y la Tierra y llamamos año al tiempo que tarda el sol en volver a ocupar la misma posición en nuestro cielo: 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Pero nos ha llevado milenios acordar un calendario. Desde el calendario lunar de las culturas más antiguas, pasando por el calendario solar de 365 días de los egipcios, la división del año en meses por los romanos y la invención de los años bisiestos por Julio César –calendario juliano–, hasta la corrección definitiva del desfase acumulado de 10 días que lleva a cabo el Papa Gregorio XIII en el siglo XVI.
A pesar de su mayor precisión, este calendario gregoriano que utilizamos en la actualidad, ha necesitado siglos para ser ampliamente aceptado en todo el mundo. Basado en los informes que el Papa León X solicitó a la Universidad de Salamanca en 1515, empieza a usarse en 1582 cuando Gregorio XIII promulga la bula Inter Gravissimas. El cambio de otros calendarios al gregoriano es muy lento y gradual. Inmediatamente adoptado por los países y regiones católicas, encuentra resistencia en los protestantes hasta el siglo XVIII y en los ortodoxos hasta el XX. El último país en adoptarlo ha sido la República Popular de China en 1949.
Aunque es un calendario muy preciso, el gregoriano tiene un error de un día cada 3.314 años.
La percepción del tiempo
Lo midamos como lo midamos el tiempo se nos escapa.
Si tanto nos cuesta medirlo de forma objetiva, ¡cuánto más nos costará percibir como pasa!
Vemos con los ojos y escuchamos con el oído, pero no hay un «órgano» especializado en la percepción temporal. Algunas estructuras cerebrales están especializadas en el control de los ciclos corporales –el ciclo de sueño-vigilia, el menstrual, el apetito, etc.– y contribuyen a la percepción subjetiva del tiempo, pero sin los marcadores o referencias externas estos «relojes» internos se desajustan, como demostró Michel Siffré en sus experimentos de aislamiento en cuevas subterráneas.
El tiempo nos obsesiona, pero no podemos medirlo más que con nuestra imperfecta mente y su percepción depende de muchos factores. A veces desearíamos detenerlo y otras que pasara volando, porque la situación o nuestro estado emocional influyen en como apreciamos su paso.
Así, las emociones positivas como la alegría o el cariño hacia quienes nos acompañan, hacen que el tiempo pase rápido. Pero si estamos nerviosos, preocupados, tristes, tenemos prisa o dolor, parece que nunca llega el momento de tranquilidad, la solución del problema, el fin del llanto, el autobús o el efecto del calmante.
También las ocupaciones y nuestra experiencia son decisivas en nuestra percepción temporal. El aburrimiento es eterno mientras las actividades placenteras pasan volando, releer un libro o el trayecto de vuelta de un viaje nos parece más corto que la primera vez. El paseo cargados de paquetes es más largo que el mismo antes de las compras, el ascensor sube más lentamente cuando estamos deseando llegar a casa para quitarnos los tacones (o para ir al baño).
Disfruta al máximo
Pero en cualquier caso el tiempo pasa sin remedio y cuanto más has vivido, más consciente eres de lo limitado que es el tuyo.

Te dejo para reflexionar este enlace a una línea de tiempo interactiva utilizada por Maximiliano Kiener, para representar la idea de que cuantos más años estamos vivos, menor es el porcentaje que un año representa en comparación con el total.
Por eso mis propósitos son cada vez menos ambiciosos y para este año que empieza quiero sobre todo poder disfrutar de cada momento y seguir aprendiendo de todo y de todos.
Os deseo un feliz y muy próspero año 2019.
Gracias por leer neuronas en crecimiento.
_________________________[sobre esta información]
Gráficos: «Feliz año nuevo» (gif animado) por ©mj mas.
Relacionados:
- Todo sobre el sistema nervioso en el blog.
Para saber más:
- Ana María Carabias Torres, Bernardo Gómez Alfonso. «Francisco de Salinas y el calendario gregoriano» en Amaya García Pérez y Paloma Otaola González (coords.), Francisco de Salinas: música, teoría y matemática en el Renacimiento (Ediciones Universidad de Salamanca, 2014).
- Darren Rhodes, Massimiliano Di Luca. «Temporal Regularity of the Environment Drives Time Perception». Plos One (Julio 21, 2016).
8 Comentarios
Si comentas, todos aprendemos. ¡Gracias!
Me encanta
Muchas gracias, Manuel.
Sí,la vida se ve muy distinta al ir teniendo años
Así me parece a mí también.
¡Feliz año!
Hola Maria José
Que gran cátedra es este post, es el segundo que leo desde que descubrí tu blog
Te lo digo, da gusto del bueno leerte
El post es extenso pero sentí que lo leí en dos segundos
Yo voy a estar leyendo tus posts de ahora en adelante, así que de seguro me tendrás por aquí en la sección de comentarios
Saludos desde Caracas
Muchas gracias, Luis por leerme y por tu interés.
¡Qué amables palabras y qué buenos ánimos me transmites para seguir trabajando!
Saludos cordiales.
Grandes verdades, me pasó el tiempo volando leyendo tu artículo.
Me alegro, Ana.
¡Feliz 2019! 🙂