¡El calor me funde el cerebro!

☀️ Neurodomingo 2021.28

Aun con los pies muy calientes, por los rigores del verano, el cuerpo mantiene la cabeza fría. Una tarea muy difícil, pues la temperatura del tejido cerebral es 0.4 ºC superior a la sanguínea y sólo gracias al hipotálamo conseguimos mantener la misma elegancia de los personajes de Round Hill, pintado en 1977 por Alex Katz, cuando el calor aprieta.

—pies calientes y cabeza fría—

En verano lo de los pies parece fácil, pero ¿cómo hacemos para refrescar el cerebro?

Para que nuestro organismo funcione correctamente necesita mantener la temperatura a unos 37 ºC. Incluso pequeñas variaciones de temperatura inducen cambios en el metabolismo corporal. Se modifica la velocidad a la que se producen las reacciones químicas, se alteran la estructura de nuestras proteínas e incluso pueden inactivarlas y dejar de funcionar provocando enfermedad.

Y esto es especialmente delicado en el sistema nervioso central. El cerebro es probablemente el órgano más sensible al calor.

Si el cerebro se calienta la actividad neuronal cambia. Si lo hace en exceso –golpe de calor– aparecen convulsiones y muerte neuronal.

En rojo el hipotálamo, en el centro del sistema nervioso central.

Por suerte contamos con un termostato interno, el área preóptica del hipotálamo, que recibe información de la temperatura de la piel, del abdomen y de la médula espinal. Cuando detecta que la temperatura corporal está subiendo envia señales a la piel y los vasos sanguíneos, pero también a nuestra corteza cerebral.

Calor y sudor

Las señales que envía el área preóptica a la piel estimulan las glándulas sudoríparas para aumentar la producción de sudor, que enseguida se evapora y, al desprender calor, enfría la piel.

Esta estrategia funciona mejor cuando el calor es seco, en ambientes calurosos y húmedos el sudor no se evapora tan fácilmente y por eso, a igual temperatura, los climas húmedos nos resultan más sofocantes.

Vasodilatación

Para enfriar el resto del cuerpo, el área preóptica del hipotálamo envía señales que dilatan los vasos cutáneos.

La sangre llega en más cantidad a la piel, la parte más externa del cuerpo, la cara, las orejas o las manos se nos ponen rojas porque estamos eliminando calor de la sangre.

Esta sangre refrescada circula por todo el organismo y contribuye a bajar la temperatura.

Calor en el cerebro

La temperatura cerebral es unos 0.4 ºC más alta que la de la sangre, así que cuando la sangre enfriada en la piel llega al cerebro lo refresca.

Además el cerebro puede calibrar el flujo sanguíneo de forma más local, mediante dilatación y constricción de sus vasos, de manera que sea mayor o menor en determinadas áreas, de esta manera garantizar la temperatura perfecta para y ajusta la actividad neuronal según sus necesidades.

Además de todo esto, que sucede de forma inconsciente y escapa a nuestro control, el área preóptica del hipotálamo informa también a la corteza cerebral, reguladora de nuestra voluntad, de que hace mucho calor y de que el cuerpo se no está recalentando. Entonces modificamos nuestra conducta para refrescarnos de forma inteligente.

Reduce tú actividad y ponte a la sombra y si toma alimentos y bebidas frías para refrescar también tu sistema digestivo y el abdomen. Relájate y disfruta, ¡estamos en verano!

termorregulación hipotálamo calor frío

Un apunte final, los niños y los niños y adultos con enfermedades neurológicas crónicas –migraña, epilepsia, autismo…– pueden tener más dificultades para regular su temperatura, por lo que debemos estar especialmente atentos, como expliqué en detalle en este post.


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