Síndrome del retraso de fase, adolescentes que no se duermen
🍁 Neurodomingo 2021.49
Muchos adolescentes son noctámbulos, prefieren acostarse tarde y necesitan levantarse también tarde. Esta pintura, La liseuse de Jean-Jacques Henner, me parece una perfecta descripción de esa preferencia por la actividad nocturna. Una joven recostada en la intimidad de la luz artificial de su habitación lee con gran interés. No parece tener sueño, al contrario, da la sensación de estar bien despierta, desvelada. Henner toma un tema clásico, las meditaciones de María Magdalena, y lo adapta al gusto burgués de su tiempo.
Pero al contrario de lo que se cree, esta tendencia a la nocturnidad de los adolescentes no es una cuestión de carácter, no son vagos ni perezosos, sino que tiene mucho que ver con la biología.
—Síndrome del retraso de fase—
O también trastorno de retraso de la fase del sueño y del despertar es un trastorno del ritmo circadiano del ciclo sueño-vigilia, que resulta considerable y significativo, persistente e intratable.

La persona no consigue conciliar el sueño a la hora adecuada para acostarse, se duerme mucho más tarde y, si pudiera, se despertaría también a deshoras, es decir, dejado a su ciclo individual particular dormiría suficientes horas, pero estas no se acomodan a los horarios escolares o laborales establecidos.
El trastorno de la fase de sueño-vigilia tardía puede ocurrir a cualquier edad, pero es más común en adolescentes y adultos jóvenes, está presente entre el 7 y el 16% de las personas en esta franja de edad.
Las causas
No están claras, ¿quizá tenga un origen genético? En teoría estas personas tendrían una diferencia oscilatoria en las estructuras cerebrales que dirigen los ritmos circadianos.
Esta hipótesis se ve reforzada porque muchos son noctámbulos por naturaleza, es decir, tienen una predisposición natural a acostarse y levantarse tarde, sobre todo los fines de semana, festivos o vacaciones –cuando no están sujetos a los horarios impuestos socialmente–.
Características clínicas
Lo más habitual es que aunque se acuesten a una hora «socialmente aceptable» no consigan dormirse hasta la 1 o 2 de la madrugada. Esto puede ser desesperante y a su vez causar insomnio, por la ansiedad que conlleva pasar mucho tiempo en la cama tratando de conciliar el sueño a la hora de acostarse.
En cambio, si se acuesta a deshoras, las que coinciden con su ritmo natural, se duerme enseguida. En el verdadero insomnio de conciliación, la dificultad para quedarse dormido sucede de forma independiente a la hora en que se acueste.
Luego duermen del tirón toda la noche, pero al día siguiente, como también tienen que levantarse a una hora «socialmente aceptable» no hay quien los saque de la cama, tanto si tienen que ir al colegio, instituto o a trabajar, como si tienen que levantarse para hacer algo que les gusta mucho. Cuando consiguen levantarse de la cama parece que tardan en despertarse, se muestran confusos y como si estuvieran profundamente dormidos, –inercia del sueño–.
Todo esto suele causar que lleguen tarde al colegio, o incluso no vayan, además de disminución en el rendimiento académico.
Para poder decir que se trata de un retraso de fase, el trastorno debe de durar al menos tres meses, si no puede ser debido a otras causas que también es importante detectar y tratar.
¿Qué hacemos? Tratamiento
Puesto que no resulta posible cambiar los horarios «socialmente aceptables», no queda más remedio que buscar la forma de conseguir dormirse antes para evitar los efectos de la falta de sueño.
Modificar los horarios de acostarse y levantarse para ajustarlos a los deseables resulta muy difícil en este trastorno. En cualquier caso, es imprescindible que los horarios sean regulares y que se mantengan incluso los fines de semana.
Además hay que evitar las siestas, sustancias estimulantes como la cafeína, el ejercicio físico intenso antes de acostarse o cualquier otra actividad que desvele (no es buena idea chatear, ponerse a jugar al Fortnite, ver una serie interesante o leer una novela de suspense).
El ciclo de día y noche –luz oscuridad– es el principal sincronizador de nuestro reloj interno. La secreción de melatonina es muy sensible a la luz, por eso hay que acomodar la exposición a la luz a los horarios sociales, aumentándola al máximo por la mañana y disminuyéndola al atardecer. Así que apaga tu iPad si quieres dormir bien.
En España la luz solar suele ser suficiente para indicar al cerebro que es de día y que debe activarse e inhibir el sueño, pero si no lo fuera se puede usar una «caja de luz», que generalmente produce una luz de alrededor de 10,000 lux.
También se pueden utilizar suplementos de melatonina oral. A pesar de ser un suplemento que puede comprarse en la farmacia sin receta médica es poco sensato no comentar el problema antes con el pediatra o la neuropediatra, que descartará otros problemas, establecerá el diagnóstico e indicará las mejores pautas terapéuticas.
–Trataré el tema de la melatonina en otra entrada–.
Reflexión final
Pero… ¿Es este retraso de la fase de sueño realmente un trastorno?
Si estos adolescentes y jóvenes, y algunos adultos, pudieran dormir las horas que más convienen a su naturaleza no tendrían problemas de salud. Los problemas surgen cuando se impone un horario.
Además, con la edad este «trastorno» mejora e incluso desaparece, es casi inexistente en las personas de más edad.
Quizá no estaría de más planearse los horarios escolares de los adolescentes. A lo mejor nos sorprenderían con un rendimiento académico mucho más satisfactorio.

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