La depresión infantil
Los niños también sufren depresión
¿Sabrías identificar la depresión infantil?
La depresión en la infancia tiene síntomas distintos a los del adulto y a menudo pasa desapercibida porque no pensamos en ella o se confunde con otros problemas que pueden ser consecuencia del estado de ánimo.
Para identificar un problema es necesario conocerlo. Y aunque este es un problema de salud mental, también atañe a la neurología infantil ya que se asocia frecuentemente a otros problemas o incluso es origen de ellos.
¿Intentamos conocer un poco mejor la depresión infantil?
¿Qué es la depresión infantil?
La depresión no es estar triste o reaccionar con tristeza a una situación grave. Como los adultos, los niños se sienten profundamente tristes cuando hay cambios que alteran la “normalidad” en su vida. La muerte de un ser querido, el divorcio de sus padres, el diagnóstico de una enfermedad crónica, los problemas económicos de la familia, el fracaso escolar o el rechazo de un amigo…
Es normal y sano que el niño reaccione con tristeza ante la adversidad o la pérdida. Situaciones que ha de aprender a identificar para manejar mejor sus sentimientos. Los padres y la familia deben ayudar al niño en la educación de su vida afectiva y la mayoría de las veces superará estas situaciones en un tiempo prudencial.
Enfermedades como el hipotiroidismo o las enfermedades neuromusculares pueden causar síntomas similares a la depresión. Y otros trastornos como el TDA-H o el autismo causar una alteración grave y prolongada del estado de ánimo. Es muy importante identificar estos problemas para abordarlos adecuadamente, si se hace así, los síntomas de depresión desaparecen con el tratamiento del problema subyacente.
La depresión sin una “causa” subyacente o que no es debida a una reacción normal ante una situación adversa debe de detectarse y tratarse en consecuencia, ya que es una enfermedad grave que puede tener consecuencias nefastas. Se trata de un trastorno crónico del ánimo y a menudo pasa desapercibido o no se le da la importancia debida.
Básicamente los niños pueden padecer tres tipos de trastornos del ánimo:
- la depresión mayor
- la distimia –tristeza menos intensa pero de mayor duración–
- el trastorno bipolar o enfermedad maníaco-depresiva.
Todos ellos requieren la intervención de un psiquiatra infantil que confirme el diagnóstico e inicie el tratamiento. Cuanto antes identifiquemos y aliviemos los síntomas, mejor la respuesta y el pronóstico.
¿Cuando debemos sospechar que un niño sufre depresión?
Para empezar, la depresión en la infancia no es tan rara. Se calcula que hasta el 5% de las personas sufren un episodio depresivo antes de la mayoría de edad.
La causa de la depresión no es conocida pero en muchos casos parece haber un origen genético, ya que es frecuente encontrar antecedentes de depresión en los familiares de primer o segundo grado. Esto se considera un factor de riesgo.
En las familias con antecedentes de depresión, es más frecuente que los niños tengan episodios depresivos ante situaciones altamente estresantes o una ansiedad prolongada; o se desencadene cuando además hay trastornos del aprendizaje escolar –como el TDA-H–, de la conducta o del neurodesarrollo –como la discapacidad intelectual o el autismo–.
En los estados de ánimo el sistema límbico cerebral tiene una gran importancia. Se trata de un conjunto de estructuras muy complejas que forman “un círculo” en la parte más central del cerebro y que separan la corteza cerebral –donde se asienta el pensamiento consciente y las funciones superiores– del hipotálamo –que regula las funciones que garantizan nuestra supervivencia como alimentarnos, dormir o las relaciones sexuales–.
Esto hace más fácil comprender que mucho síntomas y signos de depresión no son “exclusivamente” emocionales.
Síntomas de depresión en la infancia.
Los síntomas de la depresión en la infancia y en la adolescencia tienen puntos en común con los del adulto, pero también síntomas específicos que pueden manifestarse de forma distinta en cada edad.
Para poder detectar la depresión hay que conocer como es el comportamiento normal del niño. Los que mejor le conocen son sus padres, pero también los maestros y profesores pueden sospechar que padece un trastorno del ánimo, aunque no debemos precipitarnos a sacar conclusiones, creo que es bueno saber cuales son algunos síntomas más frecuentes:
1. síntomas «emocionales»:
- el niño está triste muy a menudo
- puede tener episodios de llanto excesivo
- dice sentirse desesperanzado o vacío
- está siempre enfadado o irritable
- puede mostrar ira o agresividad extrema
- no se valora adecuadamente, su autoestima es baja
- se siente responsable e incluso culpable de las cosas malas que suceden
2. en cuanto a su actividad o intereses:
- poco activo
- se siente falto de energía o manifiesta a menudo que está cansado
- no se divierte con las cosas que antes le motivaban y eran sus favoritas
- cuando explica cuentos, dibuja o representa elige finales tristes y colores negros
- aburrimiento por todo
- prefiere estar solo y rehuye las conversaciones
- habla de escaparse de casa
- tiene pensamientos o habla sobre la muerte
- expresa deseo de morirse o de matarse
3. hábitos higiénicos:
- insomnio, tanto porque le cuesta mucho dormirse o porque se despierta a menudo
- hipersomnia, duerme en exceso
- disminución del apetito, con o sin ganancia de peso adecuada o incluso pérdida
- come demasiado y gana peso concesiva facilidad
- ha perdido interés por su aspecto físico y el cuidado de su persona
4. rendimiento escolar:
- dificultades para concentrarse y completar sus tareas
- le cuesta en exceso tomar decisiones
- siempre está inseguro en sus respuestas, aún cuando están bien
- muy sensible al fracaso y al rechazo
- absentismo escolar frecuente
- peleas con sus compañeros
- no participa del juego en el patio
5. molestias físicas frecuentes sin causa clara:
- dolores de cabeza
- dolores de estómago
- mareos, náuseas o vómitos
- refiere cansancio e incluso su actividad física ha disminuido
¿Qué hacer ante la sospecha de depresión?
Lo peor es no hacer nada.
Si pensamos que el niño está demasiado triste o incluso deprimido, ¡actuemos!
Aconsejaría evitar frases como “son cosas de niños”, “ya se le pasará”, “tiene que aprender”…
Sin duda es un niño y tiene que aprender, pero ¿qué tal si le ayudamos? Ese es el papel del adulto, la mayoría de las veces no se le va a pasar sin más…
Fundamental: saber que está pasando
Hay que hablar con el niño. Hablar es muy difícil, muchas veces tenemos prisa por dar nuestra opinión y olvidamos lo verdaderamente importante de la conversación: escuchar.
Esto es especialmente difícil con el adolescente, pero si no escuchamos realmente lo que le preocupa, ¿cómo vamos a conseguir que nos escuche él a nosotros?
Necesitamos saber cuales son sus sentimientos, preocupaciones, las cosas que pasan en casa o el colegio que le causan malestar. Vamos a abordar una conversación íntima, hagámoslo en un lugar íntimo y prestándole toda nuestra atención. Hay que evitar interrumpirle mientras se explica y también el “interrogatorio acusatorio” o el tono de superioridad. Debe comprender que queremos ayudarle a superar sus dificultades, que no vamos a juzgar ni a castigar. Intentaremos ganarnos nuestra autoridad desde la confianza mutua y el respeto.
Aún cuando creamos que ya hemos entendido lo que le pasa, no nos precipitemos en dar una opinión. Antes reconstruyamos su historia con nuestras propias palabras para que comprenda que realmente queremos entender. Sobre todo en los adolescentes, antes de darles nuestra opinión es bueno preguntarles si quieren oírla.
En ocasiones puede ser bueno buscar el apoyo de otro adulto que aporte al niño otras perspectivas válidas para nosotros.
Si tras escuchar estamos preocupados por su salud…
Debemos acudir al pediatra.
Muchos síntomas de los que hemos visto más arriba pueden estar causados por un problema médico. Y además en muchas ocasiones también puede ser necesaria la atención psicológica o la prescripción de algún fármaco. Los adultos debemos superar los miedos y tabúes sobre los problemas de salud mental. Ignorarlos o banalizarlos no los hará desaparecer, muchas veces los hará empeorar.
La palabra muerte o suicidio debe activar todas nuestras alarmas, no la dejes pasar, considéralo una emergencia real y pide ayuda siempre.
Resumen final.
Vemos que la depresión en la infancia es más frecuente de lo que podríamos pensar, que los niños sufren y que puede tener consecuencias graves, tanto para su desarrollo como persona como para su salud física y mental.
Los síntomas y signos de depresión pueden ser debidos a otros problemas o, por el contrario, otros problemas acabar causando una depresión.
Ante la duda es bueno escuchar atentamente al niño y ofrecerle un clima de confianza y seguridad que sin duda está necesitando.
Seamos conscientes de que la depresión no es pues un asunto marginal ni leve en la infancia. Debemos tomárnosla muy en serio, alejar nuestros propios temores y consultar con el pediatra ante la menor duda y exprésale de forma clara tus sospechas y temores usando la palabra depresión.
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Con esta entrada colaboro en la convocatoria de Obertament para dar mayor visibilidad a la depresión y mejorar su conocimiento.
Gracias a Next Door Publishers por invitarme y a Dolores Bueno por organizarlo.
Por favor, no dejéis de leer las otras entradas que participan, seguro que aprendemos todos mucho. Podéis leerlas en este enlace.
↬ 2017 © mj mas
_________________________[sobre esta información]
Gráficos: “riesgo suicidio”, sistema límbico” y “depresión infantil” por ©mj mas
Relacionados:
- La cefalea en la infancia.
- Todo sobre TDA-H en el blog.
- Todo sobre Trastorno en el Espectro Autista en el blog.
11 Comentarios
Si comentas, todos aprendemos. ¡Gracias!
Enhorabuena por el post, compañera. Permíteme que matice tu resumen final con algo que suelo decir en la consulta: la depresión infantil es una de las enfermedades más graves de la infancia porque interrumpe el desarrollo emocional del niño y puede tener consecuencias graves, pero afortunadamente es de las enfermedades que mejor responde al tratamiento (psicoterapia siempre y a menudo combinada con fármacos). Es importante descartar problemas médicos que causen síntomas similares y muy importante que un profesional de Salud Mental Infantil evalúe al niño ante la sospecha de depresión. Hablar con el niño ayuda a sospecharla pero siempre, ante la duda, debe ser evaluado por un especialista.
Me alegra que trates el tema porque muchos pediatras no la tienen en cuenta en el diagnóstico diferencial de cefaleas, gastralgias, malhumor, inatención o inquitud de aparición reciente, cambios bruscos de humor.
Muchas gracias, Abigail por tu aporte.
Totalmente de acuerdo contigo. Personalmente trabajo en colaboración con Salud Mental de forma habitual y creo que es como debe hacerse.
Saludos cordiales 🙂
Genial María José, felicidades por el artículo pero además de psiquiatría infantil, los psicólogos clínicos también tratamos la salut mental como parte del equipo multidisciplinar que debe abordar las dificultades en la infancia, una etapa esencial para el desarrollo y la maduración a todos los niveles!
Por supuesto!! Se trata de que el psiquiatra valore el caso y decida el mejor tratamiento que casi siempre incluye psicología.
Gracias por recordarlo. 🙂
Claro pero el psicólogo también tiene facultad para la valoración y también para derivar si considera conveniente medicación. Da igual quién reciba al paciente, lo importante es el trabajo en equipo. Gracias de nuevo!
Excelente artículo. Quería aportar la importancia de estar muy atentos a estos síntomas en adolescentes (y pre-adolescentes). En esta etapa la depresión es algo más frecuente que en niños más pequeños. En gran parte porque hay más circunstancias que la pueden desencadenar, sobre todo en una persona con predisposición genética.
Y por otro lado, muchos comportamientos y actitudes “depresivas” del adolescente se pueden interpretar como “normales”, y los padres creer que “… ya se le pasará”, o no actuar porque es difícil comunicarse con él o ella. La adolescencia es una etapa dónde los padres deben estar especialmente atentos.
Muy cierto, Gabi.
Hay que insistir en los síntomas de la depresión en la adolescencia, que pueden ser tanto físicos (cefaleas) como conductuales (aparición de TDAH en la adolescencia).
Apreciada María José. Te felicito yo también por la profesionalidad de tus artículos.
Quisiera añadir también que los problemas y/o trastornos emocionales, los profesionales de la psicología, y en concreto los especialistas en psicología clínica, pueden diagnosticarlos y tratarlos. Es más sería muy conveniente poder prevenir y que los padres y madres acudieran antes de que se instaurara, en este caso del que hablas, la depresión infantil. Se podrían evitar complicaciones con más asesoramiento a los padres y madres. El estilo de educación, el temperamento del niño, los sucesos o acontecimientos, entre otros factores, pueden precipitar estos trastornos que con más información y formación se podrían evitar. en algunas ocasiones graves hay que recurrir a los fármacos, pero en un niño hay que intentar en primer lugar el abordaje psicológico basado en la evidencia y evitar el fármaco con los posibles efectos secundarios. Desde luego este abordaje pasa antes por una buena evaluación del sistema familiar.
Muchas gracias por tu aportación Teresa, saludos cordiales.
Cordial saludo ,quisiera saber si tú eres la autora de la imagen del sistema limbico,ya que la voy a tomar para un trabajo y requiero citarla.quedo atenta a tu respuesta.
Sí, la imagen es de mi autoría. Espero que el trabajo salga fenomenal. Gracias por tu interés.