Síndrome de Down, ejercicio físico y deporte
El síndrome de Down
está causado por la presencia de 3 cromosomas del par 21 por eso se ha escogido el 21 de marzo (21 del 3) como día mundial del síndrome de Down.
Del síndrome de Down preocupa tanto su pronóstico cognitivo que a menudo descuidamos el ejercicio físico y la práctica deportiva, tan beneficiosos para el desarrollo físico y psicológico de todos los niños.
El deporte es un fantástico medio de integración social y fomenta hábitos saludables que serán más fáciles de mantener toda la vida.
Ejercicio, actividad física y deporte
La infancia es juego y en el juego hay siempre una actividad física, pero esta casi nunca es reglada, como sí lo es el ejercicio físico de la clase de educación física y el del deporte, que además de normas tiene fines competitivos.
El juego y el deporte proporcionan una educación esencial para la convivencia y el fomento de valores como el trabajo en equipo, la honestidad y la superación de las propias limitaciones físicas.
Esto es especialmente importante en los niños con síndrome de Down, que deben hacer ejercicio físico y deporte como todos los demás –a poder ser incluso más, porque los demás hacen mucho menos ejercicio del que debieran–.
La discapacidad no incapacita. En cada caso se debe valorar que puede y que no puede hacer el niño y adaptar la actividad a sus posibilidades o buscar actividades adecuadas a sus capacidades.
Elegir el mejor ejercicio
Para elegir el ejercicio más adecuado a cada niño debemos tener en cuenta como manifiesta las características propias del síndrome de Down.
El tono muscular bajo –hipotonía– y la hiperlaxitud articular son características evidentes y habrá que ver en que grado las presenta.
La hipotonía está presente desde el nacimiento y, aunque mejora de forma gradual a partir de los 18 meses de edad, persiste toda la vida. También son muy laxos, lo que permite por ejemplo que puedan hacer muy bien el spagat.
Hay que tener en cuenta que en algunos niños con trisomía 21 pueden tener inestabilidad en las primeras vértebras del cuello –subluxación alto-axoidea– que debe identificarse antes de iniciar las volteretas o ejercicios que requieran rotación rápida del cuello.
Las extremidades son cortas, las manos y pies blandos y planos, y los dedos –de manos y pies– pequeños, estando los pulgares de la mano y del pie más alejados del resto de dedos.
Suelen tener problemas de motricidad con dificultades en la coordinación y el equilibrio que se ven empeorados por su tendencia al sobrepeso.
También la respiración se ve modificada y a menudo dificultada por sus características físicas.
Tienen un puente nasal estrecho, una caja torácica de menor capacidad, una lengua grande y ancha que ocupa toda la cavidad oral. Por eso respiran con la boca abierta y suelen tener muchos catarros y otitis que además favorecen las apneas durante el sueño por la acumulación de moco y por la hipotonía.
Hasta el 50% de niños con trisomía 21 pueden tener una cardiopatía, por lo que la revisión cardiológica es imprescindible antes de iniciar una actividad deportiva.

Según sean sus características cognoscitivas pueden tener problemas para comprender los ejercicios y procesan la información más lentamente. Debemos facilitar la comprensión dando instrucciones cortas y secuenciadas y poniendo en práctica el ejercicio que deseamos que realice.
Como además puede haber deficiencias visuales o auditivas que interfieren la comprensión y disminuyen la atención debemos facilitar las adaptaciones necesarias para cada niño.
En general son personas muy sociables que disfrutan del juego y del ejercicio en grupo.
Como a todos los niños, les gusta aprender y sentirse capaces de completar una tarea. Son muy testarudos y esto puede ser beneficioso, si les motivamos para que completen una tarea, o volverse en contra si se niegan a hacer algo.
Una vez aprenden un ejercicio no se cansan de repetirlo, necesitan más tiempo para incorporar nuevas dificultades y retos. Si no se les motiva adecuadamente pueden acabar pensando que no pueden completar una tarea nueva.
En resumen, los niños con trisomía 21 pueden tener limitaciones físicas, sensoriales, cognoscitivas o una combinación de varias o de todas ellas.
Son niños, pero sus gustos y preferencias también cuentan. Deben estar motivados y sentirse integrados en el grupo para sacar el máximo provecho del ejercicio físico. Igual que hacemos con otras actividades extraescolares, podemos iniciar al niño en distintas modalidades deportivas para que pueda elegir la que más le gusta y con la que se sienta más capaz. Si no lo probamos, ¿cómo sabremos cual funciona?
El ejercicio físico puede ser:
- aeróbico: el desplazamiento es la principal característica de este tipo de ejercicio –correr, saltar, nadar…–.
- fuerza: ejercicios de carga, los músculos trabajan hasta el máximo de su capacidad –pesas, cargar la cartera del cole, remo…–.
- crecimiento óseo: sucede tanto en los ejercicios aeróbicos como en los de fuerza, ya que el hueso se fortalece porque hay una tracción y un impacto repetido –deportes de pelota, raqueta, saltar a la comba…–.
Lo ideal es combinar todos los tipos de ejercicio para obtener el máximo beneficio para el desarrollo.

Cuando hay otras enfermedades crónicas asociadas –problemas respiratorios, cardíacos o renales– debemos consultar antes con el pediatra del niño.
Si el niño acude a un Centro de Desarrollo Infantil y Atención Precoz (CDIAP) será fácil consultar con sus terapeutas que actividad es la mejor para él. Si es más mayor, en el colegio el profesor de educación física o el fisioterapeuta podrá orientar a los padres sobre las actividades físicas más adecuadas.
Ejercicio adecuado a la edad
No es discutible, todos los niños tienen que hacer ejercicio. A través del deporte aprenden a conocer mejor sus capacidades físicas y su personalidad, y la falta de ejercicio favorece el sobrepeso y el bajo tono muscular. Esto empeora la forma física, especialmente en los niños con trisomía 21.
Se deben tener en cuenta no solo sus características personales sino también su edad y su nivel de neurodesarrollo para elegir el mejor ejercicio físico.
En general podemos recomendar que en las etapas más tempranas el ejercicio sea siempre a través del juego y siempre por gusto.
En los niños que aún no andan, hay que tener en cuenta su capacidad para desplazarse –rastreo, gateo, volteo…– y las limitaciones que puedan tener.
Cuando ya caminan se pasear, jugar en los columpios, al pilla-pilla, saltar… si un niño camina es más fácil motivarle para que haga ejercicio físico y proponerle juegos de movimiento.
Los niños con poca fuerza, dificultades para sostenerse o con sobrepeso pueden disfrutar más si hacen ejercicio en el agua, donde moverse no resulta tan difícil.
En la primaria suele predominar el egocentrismo y los deportes de equipo son menos aceptados, es mejor un deporte individual en el que disfrute y pueda ver sus progresos.
En la adolescencia los deportes de equipo son más recomendables, especialmente porque le facilitarán la integración en una edad óptima para alcanzar el mejor rendimiento deportivo.
Seguridad y ejercicio físico
Todas las actividades físicas son fuente de accidentes. Para disminuir los riesgos y aumentar la seguridad es necesario tener en cuenta:
- el riesgo de la actividad
- las limitaciones del niño
- seguir las normas de seguridad y atender a las indicaciones de los responsables de garantizarla
- utilizar los elementos de protección adecuados en cada actividad: cascos, salvavidas…
Conclusión

No es discutible, todos los niños tienen que hacer ejercicio.
A través del deporte aprenden a conocer mejor sus capacidades físicas y su personalidad.
La falta de ejercicio favorece el sobrepeso y el bajo tono muscular. Esto empeora la forma física, especialmente en los niños con trisomía 21.
«Soy ahora muy feliz porque he cumplido un sueño» –Sara Marín.
_________________________<sobre esta información>
Gráficos: «deporte y síndrome de Down» por ©mj mas.
Fotos: «Carreras solidarias» por Alejandro van Schermbeek en Wikipedia; «Sara Marín» en La Provincia – Diario de Las Palmas.
Relacionados:
- Todo sobre síndrome de Down en el blog.
- Los niños quieren jugar.
- Verano, el paraíso de la infancia – un texto mío en Next Door Publishers.
Lectura recomendada:
- Ruth Gonzalo. «Salud, ejercicio físico y síndrome de Down». 2005.
5 Comentarios
Si comentas, todos aprendemos. ¡Gracias!
Buenos días
Creo que el ballet es una actividad física muy adecuada para estos niños.
En Bilbao hay una academia (que yo conozca, habrá más) a la que asisten muchas niñas con S Down. Participan en la actuación final como todas, faltaría más, y es un gusto y un orgullo verlas.
Pienso que disfrutan mucho con su responsabilidad en la actuación y que es muy bueno para sus compañeras, para aprender a respetar las diferencias. Y por qué no, a valorar esas mismas diferencias, a apreciarlas. SI todos lo hicieran no habría ni acoso.
En cambio, me pareció inadecuado que en la clase de aerobic de mis hijas, que sobre el papel era para edades entre 12 y 14, hubiera un adulto con este síndrome. Protesté argumentando que incomodaba a las niñas y era discriminatorio para él, porque no le admitieron en el grupo de adultos. No recuerdo que ocurrió, pero discutí bastante con algunas personas 😉
Sorprendente post. Gracias por aportarlo…Espero más…
Saludos
consultorio nutricionista Alcobendas «https://www.juanluismartin.com/consulta-nutricionista-alcobendas/»
Me alegro de que te resulte interesante.
¡Saludos!
Muy buena información. concreta y sencilla.
Me alegro de que te haya gustado, Carlos.
Gracias a ti por dejarme tu opinión 🙂