Entender la conducta del recién nacido

❄️ Neurodomingo 2021.51

La Navidad es la festividad cristiana más entrañable, anuncia la buena nueva de una alianza renovada entre Dios y todos los hombres de buena voluntad, sin distinción de sexo, lugar de nacimiento, lengua ni edad.

Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Evangelio de San Lucas, 2:14.

Y Diego Velázquez, maestro de maestros, narra con sencillez el misterio de esa buena nueva en su cuadro Adoración de los Reyes Magos. En él usa como modelos a los miembros de su propia familia. A su suegro, Francisco Pacheco, para el semblante del Rey de más edad, la Virgen y el Niño son retratos de su esposa,Juana Pacheco, y de su hija Francisca. Él mismo se pinta arrodillado en el primer término de la obra.

Pero esta de Velázquez es sólo una de las muchísimas obras que atesora el Museo del Prado sobre el tema de la Navidad como atestigua es este vídeo.

Vídeo de la Filmoteca Nacional que narra el evangelio utilizando obras de Rafael, El Greco, Fra Angelico, Fernando Yáñez, Juan de Juanes, Patinir, Murillo, El Bosco, Federico Barocci, Maíno, Velázquez, Gerard David y Luis de Morales, todas ellas en el Museo del Prado.

Nacer es agotador. Durante el parto se libera mucha adrenalina, por eso el recién nacido se muestra tan activo. Por fin sus sentidos perciben el mundo. Todos están listos para funcionar, el tacto para recibir las caricias de su madre, el oído distingue su voz, hacia la que se gira, pero es el olor materno lo más reconocible que encuentra entre tanta confusión nueva. Por primera vez abre sus ojos que, miopes, sólo ven con nitidez a una distancia de entre veinte y treinta centímetros, la distancia perfecta para mirar bien a los ojos de su madre mientras mama.

Pero el efecto de la adrenalina dura poco, menos de una hora, y después el bebé se queda dormido y así pasará la mayoría del tiempo durante los primeros dos o tres días, en un estado de somnolencia que sólo se interrumpe por breves momentos de vigilia. Esta primera hora es el período de interacción social más largo de los primeros días de vida.

—La conducta del recién nacido—

El período del recién nacido, o neonatal, se alarga hasta cumplir el primer mes de vida.

Un tiempo en el que suceden cambios muy marcados en todos los órganos –la aireación de los pulmones, cambios cardiocirculatorios o la activación de la digestión– y el sistema nervioso no es una excepción. Para nutrirse, dormir y mantener las condiciones corporales adecuadas, tiene que dar respuesta a los múltiples estímulos que va a encontrarse, lo que dará lugar a cambios importantes de comportamiento.

El recién nacido necesita estar activo y alerta a los cambios del entorno, pero de manera equilibrada. Si no reacciona a los estímulos y muestra una pasividad excesiva no podrá alimentarse ni interactuar. Si la respuesta es exagerada su comportamiento se vuelve desorganizado y puede mostrar signos de mal funcionamiento del sistema nervioso autonómico –rubor o manchas, palidez, hipo, vómitos, movimientos incontrolados de las extremidades o llanto inconsolable–.

Un recién nacido requiere mucha dedicación, sus necesidades son urgentes y continuas, pero pueden resultar difíciles de reconocer.

La ilusión del primer hijo mantiene a los padres atentos a las señales de su bebé. El circuito de respuesta social (que involucra a muchas estructuras encefálicas: hipotálamo, límbico-paralímbico y cortical) de los padres les permite conocer cada vez mejor a sus hijos para responder con empatía a las conductas del bebé y esto es fundamental para una paternidad eficaz.

Aunque otros muchos factores influyen en la capacidad de los padres para asumir este papel, la conducta del recién nacido tiene especial importancia.

Pueden diferenciarse seis estados de comportamiento del recién nacido. En cada uno de ellos cambia el tono muscular, el movimiento espontáneo y la respuesta a los estímulos. Además, el patrón de electroencefalograma es distinto en cada una de estas situaciones.

Los estados de comportamiento reflejan la capacidad innata del bebé para regular la excitación y se repiten de forma cíclica varias veces al día. Dos son estados de sueño: sueño profundo y sueño agitado; otro es un estado intermedio: somnolencia y los otros tres son estados de vigilia: alerta, inquieto y llanto.

Sueño profundo

Durante el sueño profundo el recién nacido está plácidamente dormido, quieto y en silencio.

No se mueve, el tono muscular es bajo –no apreciamos resistencia cuando movemos alguna de sus extremidades– y no responde a los estímulos del entorno.

Es un sueño tranquilo del que resulta difícil despertarlo, incluso los sonidos más fuertes apenas provocan algún movimiento.

Sueño agitado

Ahora se mueve ligeramente, en especial sus ojos se agitan con rapidez bajo sus párpados. Es la famosa fase R.E.M (las siglas en inglés para rapid eyes movement). Corresponde a un estado de sueño ligero, resulta más fácil despertarlo, los ruidos lo sobresaltan y despiertan.

Estos dos estados de sueño se suceden uno a otro y cada uno de ellos dura entre veinte y treinta minutos.

El sueño aparece cuando el bebé está cansado, pero también si hay un exceso de estímulos. Es importante respetar el sueño del recién nacido procurando espacios tranquilos y relajados

Somnolencia

Aparece tanto cuando está conciliando el sueño como cuando está despertándose.

Los movimientos son bruscos y el tono muscular aumenta al final de su recorrido. Se muestra molesto frente a los estímulos.

Al recién nacido somnoliento se le ponen los ojos en blanco, con el iris hacia arriba oculto por los párpados medio caídos, se estira, bosteza o mueve los brazos y las piernas con brusquedad.

Estado de alerta

Con los ojos completamente abiertos, el recién nacido apenas parpadea, está tranquilo y relativamente quieto.

En el estado de alerta, fija la mirada en objetos o rostros y los sigue con la vista cuando se mueven en sentido horizontal (la persecución vertical de la mirada aparece más tarde, después de cumplir el mes de vida). El tono muscular es relajado y responde a los sonidos nuevos quedándose quieto, como escuchando, y enseguida girándose hacia el origen del sonido.

Es el momento en que se encuentra más receptivo a la actividad de las personas y a lo que le rodea, centra toda la atención en los estímulos visuales, auditivos, táctiles o de succión y por eso es la situación ideal para el aprendizaje.

Estado inquieto

Como en el estado de alerta, sigue completamente despierto, pero se muestra más activo.

En esta situación también está receptivo a los estímulos de su entorno, pero parece que empiezan a molestarle, es posible que esté hambriento, cansado o que haya ensuciado el pañal. Su tono muscular es algo más elevado y se mueve más. Presta menos atención porque debido a esta mayor sensibilidad y actividad motora.

Cuando los estímulos son excesivos busca calmarse mirando hacia otro lado, bostezando o chupándose los labios o las manos, esto activa el sistema parasimpático y reduce la actividad nerviosa simpática. Está de nuevo somnoliento.

El llanto del bebé

Es el estado que más preocupa a los padres porque a menudo no saben muy bien por qué está llorando.

El tono muscular es tenso, los movimientos bruscos y desorganizados, llora y grita. Su irritabilidad le impide atender a cualquier información nueva, lo que quiere es que lo consuelen y lo liberen de lo que le incomoda.

Pero, ¿qué le molesta? En esta entrada encontraréis los distintos llantos del bebé. ¿Seréis capaces de adivinar por qué llora?

La regulación padres-hijo

La interacción entre los padres y su hijo es la que hará que el bebé vaya regulando su conducta.

Los padres deben estimularlo cuando está alerta y calmarlo cuando está inquieto. A su vez, los bebés irán asociando la presencia de sus padres al alivio de sus tensiones. Y es con esta regulación mutua cuando surge el vínculo y el apego.

A medida que el sistema nervioso avance en su desarrollo, los patrones de sueño, alimentación, juego y llanto del niño irán acomodándose a los horarios en los que sus padres hayan ido educándole.

Me queda desearos Feliz Navidad

Feliz Navidad. Muchas gracias a todos vosotros, lectores, por acompañarme un año más, por mostrarme vuestro interés y aprecio en vuestros comentarios. Espero que el COVID19 no perturbe vuestros hogares y os deseo que este tiempo navideño sea propicio, os acerque aún más a vuestros seres queridos y sintáis su cariño.

Todo esto lo trato más a fondo en mi libro «El cerebro en su laberinto» que puedes comprar aquí si resides en España o aquí para Argentina, Chile, Colombia, México, Perú y EEUU; para otros países consulta tus plataformas de confianza.


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