Juguetes, lenguaje, autismo y déficit de atención
El trabajo de los niños es jugar, así que la herramienta ideal para trabajar con ellos es un juguete. Por eso los pediatras los utilizamos para valorar el neurodesarrollo de un niño y por eso los centros de atención temprana están llenos de juguetes.
A través del juego podemos observar la motricidad postural, la manipulación y las habilidades comunicativas y sociales, en una actividad que es natural para el niño.
Cada edad requiere un tipo de juguete, pero el más adecuado es siempre el que le guste al niño.
Cuando has dedicado mucho tiempo al estudio del neurodesarrollo, te reafirmas en lo mucho que el juego espontáneo te revela de cada niño.
Juguetes en la atención temprana
A través de un juguete podemos conocer los intereses de un niño e incluso intentar comprender algunos de sus procesos mentales.
Esto que os cuento me pasó de verdad. Fue una mañana, en el Centro de Desarrollo y Atención Precoz (CDIAP), en la que atendí tres visitas consecutivas para una primera valoración por retraso del lenguaje (el motivo de consulta más frecuente con diferencia). Me gusta empezar las entrevistas ofreciendo al niño que escoja entre varios juguetes, ese día coincidió que los tres niños prefirieron lo mismo: el parking de la foto que ilustra el post.
El primer niño, digamos que se llamaba Pablo, venía con sus padres.
A sus tres años y medio apenas decía diez palabras sueltas inteligibles, normal que sus padres estuvieran muy preocupados. Coloqué el juguete encima de la mesa y estuvimos un rato rodando los coches por el parking. Él me daba un coche y luego imitaba con el suyo lo mismo que había hecho yo: subirlo usando el ascensor, elevarlo para arreglarlo o tirarlo por la rampa hasta que chocaba con la barrera de salida. Se mostraba ágil, con movimientos coordinados y manipulación adecuada a su edad. No dejaba de mirarme y sonreírme, era muy expresivo, me reclamaba acciones con gestos, sabía alternar los turnos del juego y en el suyo tomaba la iniciativa. Aunque no parecía comprender todo lo que yo le decía, lo intuía por mi actitud y se esforzaba por hacerse entender por gestos.
En mi próximo turno, levanté la barrera de salida del parking y mi coche salió volando después de bajar la rampa a toda velocidad. Pablo me miró sorprendido y empezó a reírse conmigo, inmediatamente hizo lo mismo, mirando a sus padres para que compartieran la diversión.
Mi impresión fue que las dificultades que tenía Pablo en su neurodesarrollo se limitaban sólo al lenguaje, aunque más adelante pudieran repercutir en su cognición y su conducta si no hacíamos nada. Inició sesiones semanales de logopedia y, muy lentamente, mejoró sus capacidades lingüísticas. Más adelante se estableció su diagnóstico:
trastorno en el desarrollo del lenguaje
En la siguiente visita venía Carlos (nombre ficticio) con su madre. Tenía entonces tres años y no decía ni una sola palabra comprensible.
El parking seguía encima de la mesa, además mostré a Carlos un banco de herramientas completo y una cocinita, pero él ya había escogido y sin mirarnos ni a su madre ni a mí empezó a tirar el coche por la rampa. Absorto en el juego, repetía muy concentrado los mismos movimientos todo el rato. Subía el coche haciendo girar la manivela del ascensor hasta el inicio de la rampa y lo tiraba. Siempre el mismo coche, siempre la misma secuencia. Intenté introducirme en el juego con el otro coche, para jugar por turnos, pero ni siquiera parecía darse cuenta de que yo estaba allí. Le puse el otro coche en el camino del suyo y él lo apartó sin más para no interrumpir el orden del juego.
Como antes, también levanté la barrera de salida del parking para que el coche de Carlos saliera a toda velocidad y cayera de la mesa. Carlos se limitó a recogerlo del suelo, en su camino pisó el otro coche sin ni siquiera darse cuenta de que estaba ahí, bajó la barrera y siguió con sus repeticiones, ensimismado en su juego.
Los movimientos de Carlos eran muy funcionales, pero mostraban una leve hipotonía que los hacía imprecisos. Había dificultades globales en su neurodesarrollo, más evidentes en el lenguaje y en la interacción social. Estuvo recibiendo atención de psicología y psicomotricidad y cuando aparecieron las primeras palabras, tratamiento de logopedia. El diagnóstico de Carlos parecía claro desde la primera visita y su evolución lo confirmó:
trastorno en el espectro del autismo
El tercer niño en jugar con el parking fue Jaime (tampoco es su nombre real). Menos mal que venía con ambos padres pues, aunque era muy menudo para sus tres años y tres meses, no paraba quieto y eran necesarias varias personas para ayudarle a contenerse.
Hablaba mucho y con buen vocabulario, pero demasiado rápido y sin parar de pasar de un tema a otro para luego volver al anterior o empezar de nuevo, de manera que había que esforzarse mucho para seguir su conversación. Comprendía, pero escuchaba a medias lo que le decían sus padres y a menudo interrumpía la conversación para soltar lo que estaba pasando por su cabeza.
Al entrar en la sala y ver el parking, la cocinita y el banco de herramientas se abalanzó sobre los tres juguetes sin decidirse por ninguno. Intentaba enroscar las tuercas de plástico del banco, abrió todos los armarios de la cocinita… Por suerte las herramientas y los cacharros de cocina estaban guardados en sus cajas dentro del armario, si no aún estaría recogiendo piezas, sólo los coches estaban en el parking. Así que no tengo claro si su elección fue por gusto o conveniencia.
El juego de Jaime era como su conversación, caótico y sin un propósito claro. No me excluía del juego, pero tampoco me prestaba la atención suficiente para que pudiera ayudarle a organizarlo. Se apoderó de los dos coches y los hizo circular por el parking en todas las direcciones. Subían y bajan la rampa a la vez, chocaban, caían al suelo… Intentó usar las manivelas del ascensor o de la plataforma elevadora, pero como quería girarlas tan rápido no lo conseguía, así que desistió. Pronto el parking se le quedó pequeño y empezó a rodar los coches sobre el banco de herramientas, los metía y sacaba de los armarios vacíos de la cocinita, también mi mesa le servía de pista de circulación. El juego era cada vez más rápido y desorganizado, hasta que acabó tirando los coches por el aire y hubo que pararlo.
Jaime era ágil, pero tan impulsivo que no coordinaba bien sus movimientos. Su lenguaje y cognición eran acordes a los esperados para su edad y, aunque tenía en cuenta a los demás, su tiempo de atención hacia los otros era brevísimo, insuficiente para establecer un buen vínculo. Sus padres estuvieron encantados de que empezáramos enseguida la atención con psicomotricidad y psicología. Como bien habéis supuesto, tras unas sesiones se pudo establecer el diagnóstico de:
trastorno por déficit de atención hiperactividad
Como veis, el juego es el elemento perfecto para intentar comprender a un niño. No hay mejor manera de interaccionar con él que observar y participar en lo que le gusta.
El juego sigue un patrón evolutivo reconocible en todos los niños, que depende de su momento de neurodesarrollo y es además, su el principal instrumento de aprendizaje. Por lo que no sólo es útil en la valoración del neurodesarrollo, si no también en el tratamiento de los trastornos del neurodesarrollo.
Los juguetes y el juego son las herramientas básicas de la atención temprana.
Espero haber ayudado a comprenderlo y recordarlo con estos tres ejemplos reales vividos en mi consulta. Por eso, cuando un niño acude a terapia en un centro de atención temprana, no está «sólo jugando», sino que a través del juego se le ofrece la posibilidad de ejercitar sus habilidades para continuar avanzando en el progreso de su crecimiento y desarrollo.

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7 Comentarios
Si comentas, todos aprendemos. ¡Gracias!
Que ejemplos más claros y didàcticos!
En una primera sesión , una buena profesionsal, como tú, puede orientar el diagnóstico y las necesidad es del niño o niña.
Enhorabuens por todas tus aportaciones !!
Querida Conxa, aprecio muchísimo tu comentario que agradezco de corazón.
Es una satisfacción que te agrade precisamente a ti, una de las pioneras de la atención temprana en España que tanto nos has enseñado a todos los que nos dedicamos al neurodesarrollo.
Un abrazo.
Muy interesante su artículo, muchas gracias. Sin embargo, tengo una consulta. ¿Se puede diagnosticar TDAH con 3 años? Toda la literatura científica que he consultado sobre el tema habla de que este trastorno viene dado por la inmadurez de la corteza prefrontal y se supone que no se puede estar seguro de que sea TDAH hasta los 7 años, además de que no hay pruebas específicas para detectarlo. ¿Qué opina usted? Muchas gracias.
Gracias, Elisa por su pregunta.
Es muy difícil hacer el diagnóstico de TDAH a edades tan tempranas, aunque en algunos casos es posible, siempre se debe ser prudente. En este caso fue la evolución de años lo que corroboró el diagnóstico.
Un saludo.
En nuestro caso, nos hemos pasado más de 3 años con un diagnóstico de inmadurez, además es de diciembre, desde la 1ª vez que pedimos evaluar al niño con 2 años y medio en la guardería, hasta hace una semana que nos han confirmado Asperger. Desde el año pasado en el cole sospechaban TEA y así se lo comentamos nosotros también nuestra sospecha y lo han tratado y apoyado como tal, a la espera de la valoración definitiva. Tuvimos que cambiar de cole para que pudiera recibir los apoyos, también hemos tenido que pagar neuropediatra privado y pruebas diagnósticas, pues por la seguridad social aún tardarían 2 años más, también está yendo a los apoyos.
Es preocupante lo que ha tardado en llegar el diagnóstico, gracias a que le cambiaron la neuropediatra y también que muchas familias no pueden asumir los elevados coste de pruebas y apoyos, pues por la seg. social 1 sesión cada 15 días es insuficiente.
Muchas gracias por la información que comparte, es muy clara y directa.
Por desgracia su caso no es único, demasiado habitual en el servicio nacional de salud.
Le envío un afectuoso saludo.
Encantada de que la información de mi blog le resulte de ayuda.