La medicación para el Trastorno por Déficit de Atención Hiperactividad –TDAH– mejora la atención, pero no los procesos de aprendizaje, que son distintos a los de otros niños.
El tratamiento que se ha mostrado más eficaz para el TDAH es la combinación de fármacos específicos con terapia cognitivo conductual. Lo que más llama la atención en el TDAH son sus síntomas nucleares –la falta de atención, el no parar quieto y la impulsividad, combinados entre sí con distinta intensidad–, y con la terapia indicada suele conseguirse mejoría.
Sin embargo yo creo que el quid de la cuestión está en comprender los procesos mentales de los niños con TDAH, de esto se habla poco y es el origen de la incomprensión y de la mayoría de los problemas que se generan. Por eso me he decidido a escribir esta entrada, para ayudar a los docentes a comprender estos procesos y adaptar la manera de enseñar atendiendo a esas diferencias.
Desconocemos qué causa el TDAH y como se producen sus síntomas. Aunque tenemos pruebas que indican que el origen puede ser genético y estudios anatómicos que encuentran diferencias en el tamaño de distintas estructuras del encéfalo, no tenemos certezas. Así que el diagnóstico es todavía clínico y se basa en en la observación de la conducta del niño.
Esta circunstancia y la gran variabilidad clínica propia del TDAH no ayudan a su comprensión, al contrario alientan falsas controversias interesadas que llegan a la opinión pública y generan dudas a las familias, a los docentes y a la sociedad en general.
Por María José Mas