Se llamaba Olga (nombre ficticio para una historia que podría ser real), espero que ya no.
Un junio cualquiera, de hace ya unos años, me llegó a la consulta una «niña de 13 años con episodios de dolor de cabeza que, en los últimos 6 meses, han aumentado en intensidad y frecuencia. Ruego valoración por neuropediatría». El pediatra me resumía así sus preocupaciones sobre la niña y tras leerlas sentí cierto alivio. El calor y el cansancio de mi saliente de guardia agradecían aquel respiro, una consulta sencilla tras una mañana de muchas otras complicadas. Como siempre, me hice una primera idea en mi cabeza: ¡qué frecuentes son las cefaleas en las niñas de 1.º de ESO! Un curso difícil de muchos cambios, será una cefalea tensional o quizá tenga antecedentes de migraña.
La llamé por el megáfono y entró con su madre.
Por María José Mas